La activista antiespecista y fotógrafa italiana Selene Magnolia ha afirmado: “Una vez que contemplas el sufrimiento en los ojos del otro ya no puedes mirar para otro lado”[1]. La sociedad se encuentra confinada en sus casas a modo de distopía hollywoodiense, y es hora de re-pensar las implicaciones de este cambio de paradigma. Incluso los más avezados voceros neoliberales han dejado de leer a Hayek, y sus tesis económicas neoliberales y austericidas (o más conocidas como socialismo de élite) y han comenzado a rescatar páginas proscritas de economistas keynesianos como Piketty. Estos abogan, en estos tiempos de excepcionalidad, por un Estado intervencionista que vuelva a rescatar al sistema. Ya veremos si el rescate viene para alargar la agonía de este paradigma como sucedió en la salida de la penúltima “crisis” del sistema neoliberal producida en 2008, o por el contrario, se opta por una salida un poco más redistributiva.
Intuimos que la era del antropoceno, concepto asignado por el hombre para identificar la utopía de progreso de la Modernidad donde la técnica o la magia surgida de la razón ha dominado por fin a la Naturaleza como anhelaba Francis Bacon: “La Naturaleza es una mujer pública, debemos tomarla, penetrar sus secretos y encadenarla a nuestros deseos”[2] o como deseaba Descartes, identificó como fin último del hombre moderno en tanto que misión escatológica la posesión y enseñorío de la misma. Este sentido común como mínimo se tambalea, cuando no, comienza un largo proceso de descolonización. Cabe preguntarse si no estamos ante una epoje hursleriana. Un paréntesis reduccionista donde el thelos se presenta como símbolo del nuevo orden la tabula rasa aristotélica. La sociedad en tanto que organismo vivo reduce en tiempo de crisis su movimiento y destina todas sus energías a defenderse del ataque exterior a la espera de poder volver a reiniciar el mismo sistema o habitus vivendi sin darse cuenta o no apercibiendo que es el mismo sistema el que ha provocado dicha crisis. El continium queda aprisionado en múltiples identidades idénticas de nuevos comienzos dentro de la anfibología del ente y del ser. Por una parte, El Yo transcendente solo tiene sentido si el cuerpo es un recipiente corruptible que tras quedar la Verdad develada gracias a la razón, el alma puede descansar en un líquido amniótico reparador y volver a la casa del Yo mismo. En el otro polo del gradiente nos encontramos al yo inmanente. Un yo material y finito que se ha quedado huérfano e irresponsable tras matar a Dios en tanto que hilo de rueca de la parca que se corta a capricho y deja de existir. En palabras de Levinas: “La razón se busca en la relación entre términos, entre el uno y el otro que se muestran dentro de un tema. La razón consiste en asegurar la co-existencia de esos términos, la coherencia del uno y del otro, a pesar de su diferencia, dentro de la unidad de un tema; en asegurar el acuerdo de los diferentes sin hacer estallar el presente donde se mantiene el tema. Esta coexistencia o acuerdo de términos diferentes dentro de la unidad del tema se llama sistema; el con el otro se presenta como uno que significa el otro. [3] Las potencias de puntos de fuga a futuro pasan por estos dos modos egoicos de comprender la vida. Una diástasis o separación muy marcada que aparenta una distancia entre los límites de lo mismo, pero no más allá de la diferencia. Una proposición sin expresión en tanto que nuevo reinicio del sistema del ser, axiologicamente más fuerte y moralmente mejor edificado. Este locus o contexto nos expulsa de la u-topía en tanto que espacio no diferenciado de la Modernidad como categoría cultural y filosófica del ente y del ser. Exploremos un poco más en profundidad ambas salidas. La primera aparente opción resulta atractiva viniendo de la era de la individualidad y de la ataraxía, donde la salida al ser se re-presenta por el misticismo del no sentir emociones. Al no poder soportar la pre-esencia de la esquizofrenia del sistema neoliberal con su borrado de certezas y meta-relatos, se nos exige que “evolucionemos” del homo esquizofrénico al homo psicópata. Una existencia basada en la falta de empatía del ser hacia el dolor y el sufrimiento que provoca el desgarro corporal como consecuencia de la materialidad negativa de la subalternidad. (el hambre, la sed, la falta de abrigo del otro). En el mejor de los supuestos se esclerotiza la vida y cristaliza nuestra conducta como pertenencia a un ente representativo del Todo trascendente que ha escogido encarnarse en otro plano ignoto para trabajar la responsabilidad individual. Ésta queda materializada en anular hasta la irrelevancia la huella que deposita en nuestro cuerpo las emociones del otro en nuestras heridas. La clave del proceso “evolutivo” se centra en la asunción de toda exterioridad como responsabilidad del yo. Por lo tanto, cada instante en el mundo sensible forma parte de un proceso que se presenta como oportunidad para escapar del Samsara. De esta manera, la gente que se ha contagiado tenía que vivir ese proceso como una vivencia en la que trabajar su responsabilidad única como sujeto político individual y extraer la Verdad develada de este proceso para elevar su conciencia hacia el Uno. Otros ejemplos u ostensiones de este proceso serian que los únicos responsables de morirse en el Mediterráneo son los migrantes en tanto que proceso evolutivo, o los pobres pasean pauperizados por su existencia por la misma razón. Si este proceso te disgusta puedes intentar cambiarlo desde una interiorización, y si la estructura o Totalidad no te lo permite solo te queda agradecer dicha experiencia evolutiva. Por lo tanto, aunque en un plano transcendente perteneces a un Todo conciencia, tu yo soy conciencia es responsable individual de tus relaciones fenomenológicas con y en el mundo. Una ostensión de este planteamiento lo encontramos en la letra de la canción Despierta de Enrique Bunbury: Despierta, todo ha cambiado Nada es como habíamos imaginado Esperas a que alguien mueva Pase lo que pase, no quedes fuera Hoy te sientes distinto Porque eres distinto Lo que fue siempre lo mismo Hoy cambio Permanecía oculto en ti Y ahora está tan claro Es un día soleado Y no hay confusión Despierta Despierta de una vez[4] La salida inmanente que propone la Modernidad es el cinismo en el que se ha convertido la existencia del Dasein heideggeriano deambulando por los estertores de la Modernidad en su etapa de Globalización impotente y re-fronterizada. La propuesta experiencial del ser en tanto que salida de emergencia de su constructo vivencial, no es más que una patada hacia delante donde el sujeto en el instante después de matar a Dios apercibe que sin esta creación antropomorfa de lo inconmensurable por parte de su noesis o proceso de pensamiento, su vida ha dejado de tener sentido. Así lo expresa Eduardo Aute en su canción Sin tu latido. En esta obra el autor enuncia su angustia existencial a modo de reflexión que implora una respuesta que jamás allá: “ay amor mío, que tremendamente absurdo es estar vivo”[5]. Parece que el poeta se pregunta para qué vivir si el resultado va a ser la muerte. Ante este desolador panorama solo nos puede quedar creer en la Razón. Convertir la razón del sujeto con la que extrae el conocimiento del mundo sensible y lo convierte en creación en una religión del yo. Estas estrofas del mismo Aute así lo afirman: Yo quise imaginarme Como tú en tu canción Que aún queda la inocencia De creer en la existencia de un dios sin religión Yo quise imaginarme Infiel a la lección Que afirma que la vida Es solo un viaje de ida A ninguna estación[6] Ante la angustia re-presentada por la náusea expresada en el cuerpo el sin sentido de la sin-razón solo le queda creer en el yo. Yo como apariencia del ente representado por la psique de la Razón. El proceso de pensamiento imaginado y tematizando el mundo sensible para crear. El yo inmanente generando creaturas de arte. Creando identidades sublimes del yo ente transcendental. Por lo tanto solo nos queda adorar a la noesis creando noemas con el lenguaje. Solo nos queda creer en la imaginación: Pero ya lo ves, Mi querido John Nada es lo que es, Todo es sinrazón Todo está al revés, nada es corazón. Han pasado los años Los gozos y los daños Pero tu canción sigue viva ahí Nada pudo el F.B.I Sigue cantando Solo creo en mí Imaginación.[7] Ya sea la salida de esta crisis de la Modernidad de carácter transcendente o inmanente al final estamos solos. Se podría re-presentar por el topoi o lugar común “se nace y se muere solo”. Esta diástasis del instante temporal que provoca la memoria inserta en la ideología, la historiografía o la política en tanto que Totalidad nos mantiene como sociedad pero también como individuos dentro de la tiranía del ser y de su antítesis el no ser, que no deja de ser un modo de lo mismo en tanto que saber, en tanto que apariencia o representación de una disciplina ontológica y óntica que mantiene a la especie humana como sujeto privilegiado que se agarra al noema constitutivo como justificación identitaria de la perpetuación de la extracción y acumulación de riquezas arrancadas en oposición-a, en la explotación epistémica de los otros en tanto que Naturaleza, saber ecoetológico de otras especies, trabajo de cuidados de las mujeres y personas racializadas o forma de vivir en comunidad de forma consuetudinaria sin pasar por la rejilla de la Razón. Este proceso de acumulación por despojo nos está empujando a un epistemicidio de saberes que se encuentran en los umbrales de la Modernidad sin precedentes. Este asesinato de conocimiento más allá de la esencia se presenta como la primera causa, si no la única en su vertiente heterogénea, múltiple y calidoscópica de las sucesivas crisis pandémicas (gripe aviar, Covid 19), ecológicas (incendios que destruyen masas forestales y habitat de especies, sequías y desertizaciones), sociales (hambrunas intersubjetivas, pauperización de grandes sectores de la población), patriarcales (mujeres que salen del sistema de empleo remunerado ya que sus sueldos son los más bajos, el 90% de los cuidados son realizados por mujeres, ya sea a través de mecanismos de empleo legal, empleo no declarado o trabajo no remunerado, mujeres racializadas por occidente cubriendo los trabajos de cuidados en primera línea de resistencia frente al Covid 19) y especista (uso de la ganadería intensiva o extensiva a través de macromataderos que además de perpetrar la explotación a seres sintientes hasta la sofisticación del holocausto de la Modernidad, multiplica exponencialmente la posibilidad de contagio de virus transmitidos de animales no humanos a animales humanos). Este proceso vivencia al derivado en Occidente a una apuesta teórica por la extinción de la especie humana como solución a la crisis planetaria. Un desencanto hacia el humanismo europeo. Textos poéticos como la letra de la canción Cartas desde Gaia de Robe Iniesta así lo proclaman: Hoy he decidido soltar mi parte animal. No, ya no me pienso callar nunca, nada más. Voy a empezar por decir que no creo en la moral de la sociedad, En que si digo que no existe dios ni santísima trinidad. Del mar, Soñar Que hundiera algún velero. Soñar, Que el mar Anega al mundo entero, El mundo entero, El mundo entero Y soñar, Que el mar. Hoy, hoy no pienso transigir, No voy a dudar. Hoy voy a dejarme fluir, Os vais a cagar. Si un meteorito ayudara un poquito y barriera a la humanidad. Si sólo quedara un microbio vivito, él pudiera recomenzar[8]. Y si hemos perpetrado una extracción epistémica de otras especies, quizás ha llegado el momento de escuchar la llamada de auxilio de la Pachamama. ¿Estamos ante un Pachakuti o final de ciclo dentro de una concepción ur-moderna cíclica del tiempo en tanto qué crítica de la crítica del antropoceno?, ¿la esquizofrenia desterritorializante de la Modernidad tardía en tanto borrado de límites o sobrecodificación a la libertad del yo como sistema económico, ideológico, cultural y social ha llegado a su último límite o será capaz de resignificar de nuevo la topografía del deseo de nuestro inconsciente y profundizar en una fase más acelerada de apropiación acumulativa del saber del devenir mujer, del devenir racial, del devenir LGTBQI y más, del devenir precariado, del devenir animal no humano en una sobrecodificación auto-autoritaria del miedo del homo aislado en la dupla epistémica de la individualidad productiva-consumidora? Una salida más allá de otro modo que ser es posible, necesaria e imprescindible que nos interpela desde la pre-esencia del otro. Sin dejar de lado que el tercero excluido leviniano o Totalidad que debe de gestionar la Justicia en la salida de la enésima crisis del paradigma neoliberal poniendo en valor y énfasis sobre el tejido comunal de la sanidad pública, la asistencia pública, digna y de calidad a los sectores más desfavorecidos como nuestras personas mayores, las mujeres, las personas racializadas por Europa o los animales no humanos. ¿Pero no queda traicionado el anhelo de justicia en el mismo momento que lo que debe decir se queda dicho? No es el lenguaje el principal recurso de la razón que ejercita su violencia frente a cualquier Decir subversivo?¿No son las instituciones de la Totalidad convertidas gracias al lenguaje que tematiza lo pensado en totalitarismo? ¿No son las instituciones con un pasado histórico que las hace poseer un valor, aquellas que con el lenguaje se presentan como guardianas de la democracia y en la significación más allá del significante subsumen a la democracia en un secuestro? ¿No son los medios de comunicación publicando bulos y haciendo propaganda de los mismos, los que violentan la Verdad intuida con la falsedad de lo dicho? ¿No es la práctica de lawfear persiguiendo sin pruebas a los líderes de los partidos y movimientos sociales emancipadores una traición del Decir de Justicia en lo dicho sobre la división de poderes montesquiana? ¿No es el ejército con su exceso de celo poniendo multas a familias de humanos y perros que pasean en soledad o a padres y madres que pasean con sus hijos con necesidades funcionales diferentes y los vecinos chivatos quienes llevan su libertad o ipsedad hasta la alienación para formar parte de la Totalidad totalitaria? Para que la Modernidad en su esfera anfibólica no engulla a la diferencia del Otro en la Totalidad que se manifiesta en el lenguaje de la Modernidad y puedan surgir pluriversos epistémicos no podemos resistirnos al dolor y al goce del otro. No podemos negar la an-arquía como orden inconmensurable anterior al orden del arje o del a priori constitutivo como comienzo de la filosofía occidental. La proximidad al otro es un antes que poder entender al otro. Un antes que nos desgarra y que nos impide mirar hacia otro lado ante su sufrimiento. Nos obliga a ofrecernos en su ayuda sin poseerlo a través del saber. Sin identificarlo en la misma significación que mi yo. Es asumir mi responsabilidad diacrónica más allá del tiempo y del espacio presente paracon-el-otro-que-sufre-por-mi-culpa en tanto que ser que vive. Es identificar la transcendencia del Otro en el cuerpo que sufre y que goza. Somos interpelados por el goce de la sed saciada con el agua que me quito de mi boca y se la entrego. Nos identificamos en la diferencia cuando anulamos el hambre del otro substituyendo su hambre por la mía. Una proximidad que jamás será suficiente y por lo tanto jamás poseerá al otro. Es una responsabilidad no dicha que nos impide tematizar y por tanto negar el desgarro del otro por el sí mismo que no pretende traicionar ese sentir por el noesis y su re-presentación enunciativa y predicativa del lenguaje de lo dicho. No hay necesidad de convertir el pneuma o espíritu del otro infinito en el conocimiento del ser. No es un imperativo colonizar los procesos epistémicos del otro para ofrecerse en tanto que intención axiológica hacia el otro, como proceso de noema que identifica a las identidades idénticas en la Totalidad. Es una construcción de cepillaje de la intencionalidad a contrapelo para llegar más allá o más acá del pensamiento. En estos tiempos de paréntesis social, económico y cultural. En estos tiempos de frustración ontológica como resolución de la crítica del ser, es necesario volver a la anarquía o al saber ecoetológico que atraviesa a la encarnación corporal de la singularidad en tanto que objeto más de la existencia. Singularidad que nunca se presenta como individualidad sino como encuentro de proximidad con el otro diferente sin poseerlo y sin entenderlo pero asumiendo su sufrimiento y su goce. Son innumerables las huellas del pneuma del otro modo que ser en estos días. ¿No es muestra de esta huella la pulsión del uno-para-con-el-otro, en tanto que ofrenda para la vida, que están demostrando los miembros de la estructura sanitaria (ya sean celadores, auxiliares, enfermeras o mediques) mostrándose fuera de su ipsedad, interpelados por el sufrimiento ajeno de una exterioridad del rostro del dolor a auxiliar en cuidados a los enfermos, infectados y familiares sin medios que les protejan de la pandemia plasmados en la cálida pre-esencia de la caricia hacia el dolor del otro sabiendo que la Totalidad conformada por la política neoliberal les ha fallado y es probable que puedan contagiarse?, ¿No es una apuesta por el otro más allá de la esencia las miles de personas que se han dispuesto a tejer mascarillas con sueldos pírricos?, ¿no son otra modalidad del infinito del Decir dentro de lo dicho todas las voluntarias que exponen su fragilidad y vulnerabilidad hasta la pasividad máxima de la entrega hacia el otro en tanto que desnudez más allá de la piel por substituir el dolor del otro en los campos de refugiados, en los CIES, en las cárceles o en los santuarios y protectoras de animales? ¿No es también una huella del infinito que supone el dolor del otro ese cazador asturiano que se encuentra con una cría huérfana de ciervo y es incapaz no solo de matarla, que sería una consecuencia moral y por lo tanto del sistema tematizado que supone la ontología, sino cuidarla, hacerse vegano, vender su restaurante donde vendía carne de animales y convertirse en activista ante la incapacidad anterior de su responsabilidad para-con el-otro que anula su libertad de satisfacer su deseo de posesión y de muerte que le ofrece la legalidad de la Totalidad estructural legal de una sociedad tremendamente especista? Es una renuncia de la voluntad a la ipsedad del Yo, del mí mismo, del mí, me, conmigo tan propio de este eon que tematiza la información fenomenológica y nos hace reaccionar y no accionar analécticamente al desborde más allá del ente que supone el sufrimiento del otro no subsumido en mí, antes de pasar por la anfibología o doble significado del ser y del ente que nos lleva a protegernos del otro y que llevó a Sartre a afirmar “que el infierno son los otros”[9]. Si nos paramos a diseccionar el mundo fenomenológico siempre encontraremos excusas para desplazarnos en modo huida. Si se puede imaginar una salida más allá del homo economicus, es atravesado por el Decir antes de lo dicho, antes de la intención axiológica de por el otro desde el ser. Es una intuición ininteligible, inconmensurabilidad que se encarna en el sentir corporal antes del dicho y por lo tanto antes de su posesión por mí, de mi entendimiento antes de mi subjetividad. Es el dolor del otro que nos hace responsables de su dolor, en ningún caso por voluntad propia, sino por obligación diacrónica hacia el otro subalterno que nos mira sin ver y nos grita sin ser capaz de articular sonido. Su huella es un impacto en nuestro cuerpo como desgarro por la vida que antepone el Bien antes que la Verdad como primera filosofía o más allá de ella como Ética. No un amor hacia la sabiduría, hacia el saber, hacia el conocimiento que engulle al otro en mí ser en tanto que filosofía occidental, sino por el contrario una sabiduría del amor. En palabras del filósofo Enmanuel Levinas: “La Ética es el campo que dibuja la paradoja de un Infinito con relación con lo finito sin desmentirse en esta relación”[10]. Un desnudarse hacia el otro. Un mostrar nuestra vulnerabilidad sin miedo. Una responsabilidad antes que un eros. Es decir, una responsabilidad para-con-el-otro antes que una sexualidad con-elotro Queda muy bien expresado por Pedro Pastor en su canción desnudémonos: Desnudémonos Retomemos el principio Donde brota la vida Como semilla sin cáscara Desnudémonos Para salvarnos del tiempo Y que sea la vida Un manantial sin máscara Desnudémonos Porque somos iguales Porque somos diferentes Porque somos iguales Desnudémonos Para vernos iguales Ya que somos diferentes Por eso somos iguales[11] Se nos impone desde la exterioridad del infinito una revolución molar en tanto que singularidad que aprendamos en poner en valor los pequeños cambios micropolíticos que suponen la proximidad del uno-para-con-el-otro más allá del esse o la esencia que tenga como consecuencia una revolución molecular en tanto que global, estructural diversa, basada en la diferencia y en la subalternidad; en su composición del goce de la vida. Esta crisis debe suponer un clinamen o cambio de rumbo como anarquía desde una traducción intercultural con los condenados de la Tierra. Una apuesta epistémica de las prácticas comunitarias y ruinas semillas[12] o prácticas respetuosas con el alter tu del sentipensar de los pueblos originarios en resistencia contra el epistemicio realizado por la Modernidad en su lugares de existencia, desmonumentalizar el conocimiento escrito y poner en valor la oratura que siempre está viva, en cambio y nunca petrificada y que surge del co-razonar y no del filtro de poder cognitivo como propone en su libro El fin del imperio cognitivo el sociólogo Boaventura de Sousa Santos. Una exposición del goce por y para la vida como preesencia en cada singularidad intersubjetiva que ha salvado los UR-derechos. Una muestra de esta huella son los miembres del pueblo originario neozelandes que han conseguido que la constitución de su país reconozca los derechos de vida de un rio sin el que su existencia sería inviable. Este reconocimiento pone en valor los derechos consuetudinarios de ese ecosistema frente al extractivismo epistémico de las multinacionales de la Modernidad. Una u-topía materializada sin traicionar al Otro[13]. [1] Cabezas, D, (2020), “Hiiden, Animals in the anthropocene, miradas a lo qué nadie quiere ver”, El caballo de Nieztsche, https://www.eldiario.es/caballodenietzsche/ acceso el 11 de abril de 2020. 2 Latouche, S, (2003), Decrecimiento y posdesarrollo: El pensamiento creativo frente a la economía del absurdo, España, El viejo topo, pág 27. [2] Latouche, S, (2003), Decrecimiento y posdesarrollo: El pensamiento creativo frente a la economía del absurdo, España, El viejo topo, pág 27. [3] Levinas, E, (2003),De Otro modo que ser o más allá de la esencia, Salamanca, Ediciones sígueme, S.A.U. pág 246. [4] Bunbury, E, (2013), Palosanto, Despierta, Texas, Warner Music. [5] Aute, E, (2007), Humo y azar; Sin tu latido, Córdoba, Sony BMG Music Entertainment. [6] Aute, E, (2007), Humo y azar; Imaginación, Córdoba, Sony BMG Music Entertainment. [7] Ibidem. [8] Iniesta, R, (2016), Destrozares, Canciones para el final de los tiempos, Cartas desde Gaia, Madrid, Altafonte. [9] Levinas, E, (2003),De Otro modo que ser o más allá de la esencia, Salamanca, Ediciones sígueme, S.A.U. pág 115. [10] Ibidem, pág 246. [11] Pastor, P, (2019), Vulnerables, Desnudémonos, Gárate Studios. [12] De Sousa Santos, B, (2019), El fin del imperio cognitivo, Madrid, ediciones Trotta, pág 260. 13 ttps:/ h/www.bbc.com/mundo/noticias-39291759 acceso el 11 de abril de 2020. [13] ttps:/ h/www.bbc.com/mundo/noticias-39291759 acceso el 11 de abril de 2020.
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AutorSers Saugars |