INTRODUCCIÓN Con el presente artículo se pretende conocer lo sucedido en Ucrania desde noviembre de 2013 hasta la anexión de Crimea por parte de Rusia, en marzo de 2014, unos hechos que son muy actuales dentro de la línea temporal del tiempo histórico. Aún hoy, lo acontecido en este país sigue vigente, la plaza del Maidan continúa con sus símbolos mientras que en el este del país se libra una auténtica Guerra Civil, un conflicto armado que continúa a pesar de las múltiples negociaciones de paz y los acuerdos internacionales a los que se han llegado. No obstante, lo que concretamente es objeto de nuestro artículo tiene que ver con el llamado Euromaidán, sus causas, su desarrollo y sus consecuencias y la posterior e inmediata actuación de los territorios del este ucraniano, centrándonos en Crimea y su anexión a Rusia. Por todo ello, la importancia de este artículo es doble: por un lado, aclarar los sucesos, los actores principales y cuáles fueron las decisiones y las actuaciones que aceleraron éstos. Normalmente, tenemos una visión bastante sesgada de los acontecimientos ucranianos, producida por la información subjetiva que nos dan los medios de comunicación occidentales, la propia información subjetiva de los medios no occidentales y de las opiniones y reflexiones que podemos leer en internet. Esa visión sesgada es la que se pretende desmontar, clarificando un poco lo que sucedió y cómo sucedió. Por otro lado, analizar la importancia que tiene en Ucrania los factores externos, que son los que nos rigen actualmente en el mundo de la geopolítica, ver cómo dos bloques, dos mundos, vuelven a chocar de manera efectiva en Ucrania y cómo actúan de cara a su futuro a corto, medio y largo plazo. UCRANIA Y SU DIVISIÓN INTERNA Ucrania es la última frontera. Cuando cayó la URSS, las repúblicas socialistas soviéticas se volvieron independientes y giraron su cabeza hacia Occidente tras tanto tiempo de mirada fija en Moscú. Un acercamiento que quedó patente con las peticiones de adhesión a la Unión Europea por parte de estados que una vez formaron parte del COMECOM (mercado común en el Este de los países en la órbita de la URSS, donde Moscú marcaba las economías de los países), como Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia. Esto significaba romper ese equilibrio que se había mantenido en Europa durante la Guerra Fría. Hubo otros países que no se acercaron a la UE, más que nada porque aún seguían enlazados a la madre patria rusa, algo importantísimo que no ha dejado de existir. Ucrania, por lo tanto, es el país que marca las fronteras de la vieja Guerra Fría, entre la Europa Occidental y una Rusia que quiere parecerse a lo que un día fue. Podemos decir que, Ucrania, para Rusia, no es más que un estado tapón. Ucrania está en tierra de nadie, entre dos mundos, entre la influencia europea y la rusa. Ninguno de los dos bloques, ni Occidente ni Rusia, desean tener a un enemigo histórico a las puertas de su territorio, a pesar de las buenas relaciones que tenían ambos hasta, por lo menos, la crisis ucraniana de 2013. Es en este contexto donde podemos enmarcar unas diferencias internas claras entre las dos ucranias. Una parte del país está basculado hacia Occidente y por tanto hacia la Unión Europea y los valores que se supone que representan, mientras que la otra parte del país, de origen ruso, con lengua rusa, está vinculada hacia la madre patria Rusia. Diferencias lingüísticas. Existen dos zonas diferenciadas lingüísticamente hablando. Las regiones del este y del sur de Ucrania, así como las zonas de frontera con Bielorrusia y Rusia, poseen el ruso como primera lengua. Según un censo de 2001, el 29,6% de la población ucraniana tiene el ruso como primera lengua. Esto se da en las grandes ciudades orientales del país como Jarkov, Dnipropetrovsk o Donetsk. Aunque hay que tener en cuenta que, en muchas áreas rurales de esta zona, el ucraniano es más utilizado[1]. Un caso paradigmático es la República de Crimea, donde el ruso es la lengua de la mayoría de su población. Por su parte, la lengua ucraniana está más extendida por las zonas rurales y en casi todas las ciudades de la parte central de Ucrania, así como la zona occidental, que es un territorio más “nacional”, con ciudades como Kirovograd, Vinnitsia, Zhytomir o Cherkasy. Es una zona que, históricamente, perteneció al Imperio Austro-Húngaro e incluso a Polonia. La ciudad ucraniana por excelencia, en este sentido, es Lvov. Diferencias económicas. Junto a la capital, Kiev, el este es la zona más industrializada y, por tanto, más rica. Hablamos de la zona de Donetsk, Lugansk o Járkov la que está más desarrollada económicamente, con la principal industria del carbón, militar, energética y automotriz. Esto va a hacer que los intereses en estas dos regiones tan distintas sean unos u otros, en relación al acuerdo económico con la UE o no. EUROMAIDÁN[2]. De la protesta al derribo del gobierno. El 21 de noviembre de 2013, estaba previsto que el presidente de Ucrania, V. Yanukóvich firmara el Acuerdo de Asociación y Libre Comercio con la Unión Europea (UE). Sin embargo, Yanukóvich no firmó dicho acuerdo, presionado por Moscú[3], pero también por las condiciones que la UE imponía. Esta ruptura de negociaciones con la Unión Europea provocó que una parte de la población ucraniana, pro-europeísta y que veía en ese acercamiento una nueva esperanza de futuro, se echó a la calle para protestar y así influir en la decisión gubernamental. Los manifestantes ocuparon la Plaza de la Independencia de Kiev (Maidán). Así, por la reivindicación europea y el lugar donde se manifestaban, la protesta social fue conocida como Euromaidán. Pronto, la manifestación se hizo más multitudinaria y se convirtió en un asunto de relevancia internacional. Tras la Cumbre de Vilna y el rechazo de facto del acuerdo del presidente Yanukóvich, las fuerzas policiales especiales, las Berkut, cargaron contra los manifestantes pro-europeos. La represión influyó en la mente colectiva de los manifestantes. Ellos estaban en el Euromaidán para hacer valer su opción pro-europea, pero entendieron que para tener esa relación con la UE, habría que “poner en orden al país[4]”. Y eso pasaba por destronar a un poder corrupto e institucionalizado, que venía imperando desde la independencia de la URSS. Esta conciencia colectiva, había aumentado sus peticiones y ahora, además del acercamiento a la UE, buscaba la dimisión inmediata del presidente ucraniano. La manifestación se va a fortalecer durante los meses de diciembre y enero del nuevo año, y los enfrentamientos se van a seguir produciendo. Las autoridades pensaban que la aparición del invierno enfriaría los ánimos del combate del Euromaidán, pero no fue así, los manifestantes multiplicaron la resistencia, hasta el punto de ocupar dos ministerios, el de Justicia y el de Agricultura, y varias plazas[5]. Todo esto va a estar provocado por la actuación de Yanukóvich, imponiendo unas leyes que limitaban la capacidad de opinión y de manifestación y que el propio Parlamento tendrá que anular y por las que habrá consecuencias políticas en el ejecutivo como va a ser la dimisión del primer ministro Azárov. En febrero la protesta se va a radicalizar. Los muertos en las disputas por la plaza de la Independencia de Kiev llevaron a Yanukóvich, la oposición y a la UE a intentar llegar a un acuerdo para evitar la violencia. El resultado de estas reuniones fue el de que Yanukóvich adelantaría las elecciones, que estaban previstas para finales de 2014, y prometía volver a una Constitución donde el Parlamento tuviera más competencias. Este acuerdo no fue aceptado por un Maidán que se había radicalizado, con la presencia de ultranacionalistas violentos provenientes del Pravy Sektor (Sector Derechas). La actuación de francotiradores, que mataron a cerca de cien manifestantes desarmados[6], la ocupación de más edificios públicos y la imposibilidad de que tanto el gobierno como la oposición pudieran controlar a los violentos manifestantes, hizo que Yanukóvich huyera a Rusia, el 22 de febrero. El poder provisional lo asumió desde entonces la oposición. La Rada Suprema nombró a Oleksandr Turchínov presidente en funciones y a Arseni Yatseniuk primer ministro, fechándose el 25 de mayo de 2014 como día de elecciones presidenciales. Principales actores del Euromaidán.
Dentro de este tipo de protesta social, las redes sociales y de la información tienen un papel decisivo. Puedes pertenecer a una clase social o a otra, puedes ser ecologista o pacifista, pero si hay alguna medida polémica que el gobierno va a aprobar, y no te gusta, solo tienes que informarte y pasar la información que en las redes sociales circula para luchar en contra de algo que puede ser una injusticia. Este tipo de movimientos, espontáneos, que pueden tener mucho éxito o fracasar en cuanto a número de participantes, puede, en un país débil, poner en aprietos al gobierno y a su situación frente al panorama internacional, que al fin y al cabo es lo que desean los promotores y participantes de estos movimientos. Esto es lo que nos vamos a encontrar en Ucrania y la crisis que tienen a partir de noviembre de 2013. De hecho, la protesta del Euromaidán comenzó el 21 de noviembre, a través de una acción relativamente pequeña en Facebook, por parte del periodista ucraniano Mustafa Nayem[7], que por medio de esta red social animaba a sus contactos a protestar porque el gobierno ucraniano no se estaba acercando a la UE.
Mostraban a estas fuerzas como “fuerzas pro-europeas supuestamente partidarias de la libertad y la democracia, luchan contra los partidos ucranianos autoritarios, herederos de un pasado siniestro cuya referencia sigue siendo Moscú[8]”. No obstante, es necesario analizar la política ucraniana y lo que representaban sus partidos. Tanto la oposición política como el Partido de las Regiones de Yanukóvich, que presidía el gobierno, eran parte de las oligarquías existentes en el país. Esa oligarquía que se adueñó de Ucrania tras la independencia de la URSS, era partícipe y protagonista de la corrupción totalmente institucionalizada. A pesar de tener apoyos desde zonas diferentes, la oposición y el partido del gobierno, no veían esa diferencia de las dos Ucranias, porque no luchaban por una parte o por otra, sino por hacerse con el poder y así obtener más privilegios. Es más, tanto gobierno como oposición estaban de acuerdo con un acercamiento a la Unión Europea. Además, la oposición política ucraniana de izquierdas quedó totalmente marginada, debilitada eso sí, pero representada por el Partido Comunista Ucraniano, el cual había obtenido en las elecciones legislativas de 2012 un 13,1% de los votos, por encima de Svoboda (Libertad) con el 10,4% de ellos. La oposición política representada y reconocida en el Euromaidán estaba compuesta por tres partidos:
Esta oposición se auto-determinaba como defensora de los valores europeos y en contra del autoritarismo del gobierno de Yanukóvich, pero también de Putin. Todo ello, a pesar de tener en su seno a fuerzas de extrema derecha, Svoboda, ya que necesitaban de sus sectores ultranacionalistas para mantener la violencia y la situación crítica del país. La pugna internacional de los actores externos. o La nefasta actuación de la Unión Europea. Podemos decir que el catalizador del conflicto en Ucrania fue la propia Unión Europea. En un contexto de recesión, austeridad y problemas internos, la UE sabía que no podía ofrecer a Ucrania un acuerdo de integración inmediata. La UE no buscaba, en Ucrania, una ampliación territorial, sino una ampliación comercial, en busca de nuevos mercados, con la colonización del mercado interior ucraniano y la apertura de nuevas fuentes de inversión y negocio para las empresas europeas[9]. El Acuerdo de Asociación y Libre Comercio no era una oportunidad de integración de Ucrania en la UE ni tampoco iba a permitir la libre circulación de ciudadanos dentro de la Unión. Es cierto que los productos ucranianos entrarían en un mercado muy amplio como el europeo y que obtendrían inversión extranjera, pero es que este acuerdo era recíproco y también tendría consecuencias: “supondría la destrucción de buena parte de la industria que subsiste en Ucrania, y la entrada de multinacionales europeas que se apoderarían del mercado y de las estructuras productivas ucranianas[10]”, lo que haría aumentar el desempleo y la emigración de población joven. Es decir, el acuerdo lo que hubiera hecho es llenar Ucrania de productos de la UE, más baratos, haciendo quebrar a la producción interna ucraniana. A eso había que añadir que ya la ayuda del FMI (Fondo Monetario Internacional) se daba a expensas de unas reformas que irían contra el gasto social. Por otra parte, ese acuerdo hubiera podido suponer un enfriamiento de las relaciones con Rusia, que quería atraer a Ucrania a su mercado común euroasiático. No solo los problemas de gestión vienen marcados por el Acuerdo de Asociación Comercial, sino por la limitada política exterior de una confederación de estados como lo es la UE. La UE va a actuar según los intereses da cada estado en la cuestión de Ucrania, influida sobre todo por la dependencia energética del gas ruso: Reino Unido, que no importa nada de gas ruso, pretendía una respuesta dura contra Putin, mientras que Alemania, con un porcentaje del 40% de importación, prefería llevar las cosas por buen cauce. A pesar de esto, van a intervenir en Kiev con la oposición y en el gobierno de Yanukóvich. Ejemplo de ello es Catherine Ashton, responsable de Asuntos Exteriores de la UE, que acudió al Euromaidán en un intento de rebajar la tensión y la violencia. Mientras la UE imponía duras condiciones a países comunitarios como España, Irlanda, Portugal o Grecia, Ángela Merkel se preocupaba por las condiciones difíciles de Ucrania, en pos de esa intervención. o La determinación de la Rusia de V. Putin. Rusia parece haberse recuperado del “shock” producido por la desintegración de la Unión Soviética a finales del siglo XX. Rusia “está creando una zona de circundante amortiguación (un cordón sanitario)[11]”, es decir, está reconstruyendo el antiguo espacio soviético. Ucrania es la última frontera de dos bloques históricamente enfrentados, y por eso Moscú no quiere que Ucrania se decante del lado occidental y, por tanto, de la OTAN, que sería “la culminación del cerco que se inició hace veinte años con el incumplimiento de las promesas de Washington a Gorbachov de no ampliar la alianza militar[12]”. Rusia necesita a Ucrania para formar su puzzle geopolítico, sin Ucrania, Rusia nunca sería una superpotencia, según Z. Brezinski. Sin embargo, no debemos olvidar que “Rusia, hoy, en el mejor de los casos, es una potencia regional, no una potencia global[13]”. Es en este contexto en el que la Rusia de Putin intervino en la firma del Acuerdo de Asociación de Ucrania y la UE. Rusia está formando su propia Unión Aduanera Euroasiática, donde Ucrania es una pieza clave para la conformación del espacio postsoviético. Esa presión hacia Yanukóvich se materializó en la suavización de las condiciones que le ofrecía la UE y el FMI, consiguiendo el presidente ucraniano una rebaja del 30% en el gas ruso y una inversión rusa en la economía ucraniana de 15.000 millones de dólares, necesarios para evitar la quiebra. Para Rusia, los sucesos de febrero en la Plaza de la Independencia de Kiev y la posterior huida de V. Yanukóvich (al que dará asilo), serán un golpe de estado y considerarán ilegítimo al nuevo gobierno de Ucrania. Rusia reclamaba el doble rasero de Occidente, de ver ‘revoluciones buenas’ como la de Ucrania, pero otras ‘malas’ como la de España durante el 15-M. Las televisiones rusas, por ejemplo, emitían reportajes desde la plaza del Maidán, enseñando balas en los escudos policiales intentando demostrar que los violentos eran los manifestantes. o La lejanía de los Estados Unidos. Estados Unidos está en un momento en el que tiene el poder dominante del planeta pero no ejerce como tal. En cuanto a la crisis ucraniana, Estados Unidos ve a este país como una manera más de acercarse al espacio post-soviético de Rusia. A Ucrania, “pretende convertirla en una segunda Polonia[14]”, es decir, convertirla en un país satélite, y propagandístico. Para Estados Unidos, Ucrania se tenía que convertir en otro peón del tablero cerca de Moscú, al igual que ya lo eran Rumanía o Bulgaria. El gobierno norteamericano va a mostrar el apoyo a la oposición ucraniana y al Euromaidán. Tanto es así, que Kiev recibirá la visita del senador McCain en diciembre y de la propia vicesecretaria de Estado, Victoria Nuland. Pero Estados Unidos va a tener un camino independiente de su socio, la UE, por varios motivos. Primero, porque conocía la nula política exterior de los veintiocho y no confiaba en ella, por lo tanto, y segundo, porque quería ser más duro con Rusia, ya que los países europeos dependían energéticamente de ésta y no se atrevían con las sanciones: Alemania no quería imponer unas sanciones que llevarían a Ucrania a manos de Putin mientras que Putin pedía apoyo y no sanciones para Ucrania. Esta diferencia está clara cuando EEUU reconoció el nulo papel de la UE, en una conversación filtrada de la vicesecretaria de Estado norteamericano, V. Nuland: “que le den a la UE”, ya que mientras la UE daba su apoyo a V. Klichkó para encabezar el nuevo gobierno, EEUU se lo daba a A. Yatseniuk. La mala gestión de Yanukóvich y su gobierno. Tras el acercamiento hacia la órbita europea, el presidente ucraniano tuvo que recular en la decisión de firmar el Acuerdo de Asociación y Libre Comercio. Yanukóvich no quería romper las negociaciones, sino retrasar la firma para el acuerdo, en busca de lograr unas mejores condiciones en el futuro, además de no dinamitar la ayuda y la simpatía rusa, con el objetivo de asegurar una victoria en las elecciones presidenciales de 2014. El presidente ucraniano era consciente de las consecuencias de las imposiciones europeas, temiendo una revuelta popular por los recortes sociales, aumento del precio del gas, reducción de derechos laborales y demás medidas que tendría que aprobar. El primer ministro, N. Azárov formulará esta respuesta ante la congelación del acuerdo con la UE. Pero ese temor se va hacer realidad por no firmar ese acuerdo. Va a tener en la Plaza de la Independencia de Kiev una manifestación proeuropeísta que tras la represión se va asentar y, encabezada por la oposición política, va a pedir su dimisión como jefe del estado. Esto, y la violencia en las barricadas van a hacer que el gobierno y el Partido de las Regiones de Yanukóvich se dividida. Un sector va a estar de acuerdo en renovar a parte del gobierno y de aceptar las reivindicaciones pro-europeístas de firmar el acuerdo de asociación. Yanukóvich se debilitaba, porque cada actor externo le presionaba y le obligaba a elegir: Rusia o la UE. Ucrania se desplomaba económicamente y necesitaba ayuda para pagar su deuda. En este sentido, osciló más hacia el eje de Moscú. A eso le tenemos que sumar que V. Yanukóvich no va a tomar buenas decisiones dentro del marco de la crisis ucraniana. En enero, va a imponer en el Parlamento una serie de leyes que limitaban la capacidad de la gente para manifestarse, prohibiendo por ejemplo acampar en las plazas. Leyes que van a hacer que se recrudezcan las protestas y que van a obligar al Parlamento a derogarlas y al primer ministro Azárov a dimitir “por el bien de Ucrania.” Yanukóvich se va a ver desbordado, va a estar presionado por el ejército, Occidente le va a dar la espalda, respaldando a la oposición política, y, para colmo, en febrero se va a dar una violencia extrema, con francotiradores que matarán a más de cien manifestantes en la Plaza del Euromaidán, achacando la orden al descreditado V. Yanukóvich, que había disparado contra su propio pueblo. Semanas después se filtró una conversación entre un ministro estonio y C. Ashton, admitiendo que la oposición podría estar detrás de los francotiradores. Como última medida, Yanukóvich intentó negociar con la oposición, con la mediación de la UE, cediendo la celebración de elecciones anticipadas y la vuelta a una constitución con más competencias para el parlamento. El Maidán había dado su veredicto: no querían a V. Yanukóvich. Ante el miedo, el presidente ucraniano decidió huir y refugiarse en Rusia. CONCLUSIONES Y CONSECUENCIAS El acercamiento de Ucrania a la Unión Europea, le supuso estar entre la espada y la pared: elegir entre la Unión Europea o Rusia. Las protestas estallaron en violencia, auspiciada por la extrema derecha y sus acciones, en las que se apoyaba la oposición. Todo ello llevó al derribo del gobierno legítimo y al reconocimiento de éste por una parte de la comunidad internacional y otra que no lo hacía. Hemos podido comprobar como el Euromaidán ucraniano responde al nuevo tipo de protestas sociales en las que, además, convergen múltiples y diversos intereses totalmente opuestos. Todo ello llevará al conflicto de Crimea, en el que Rusia se hizo con la península, una vez creía perdida Ucrania, mediante una buena jugada política, que si bien hizo resurgir las viejas pesadillas de la Guerra Fría, fue también un aviso para Occidente, de que Rusia aún está ahí y tiene muchas cosas que decir en el plano mundial, y sobre todo, que no va a permitir la ruptura de su cinturón de seguridad, necesario para su defensa y tampoco va a renunciar a su proyecto económico común, con países euroasiáticos. Y más tarde, llevaría a una auténtica Guerra Civil en el este del país con población mayoritariamente de origen e idioma ruso, que se van a levantar contra Kiev y las nuevas autoridades, según los prorrusos ilegítimas y ayudadas por la extrema derecha. Como Crimea, Lugansk, Donetsk o Járkov se declararán repúblicas independientes de Ucrania y estallará un conflicto armado que aún continúa y que marca el choque entre dos bloques que parecen haber firmado una nueva Guerra Fría. Ucrania, es hoy, la Siria de Europa. [1] SUAREZ CUADROS, Simón José. “La situación lingüística actual de Ucrania”. Interlingüística: Asociación de Jóvenes Lingüistas, nº14, 2003, pp.955.
[2] BALLESTEROS MARTÍN, M.A. “Ucrania y el nuevo liderazgo ruso”. Panorama geopolítico de los conflictos 2014. Instituto Español de Estudios Estratégicos, pp.16. [3] MASZKIEWICZ, Mariusz. “Ucrania: el post-colonialismo soviético versus la elección europea”. Cuadernos Manuel Giménez Abad, nº7-junio 2014. pp.188. [4] S. PALOMARES, Alfonso. “Violencia y geopolítica en Ucrania” Tiempodehoy.com, 5/2/2014. [5] MASZKIEWICZ, Mariusz. “Ucrania: el post-colonialismo soviético versus la elección europea”. Cuadernos Manuel Giménez Abad, nº7-junio 2014. pp.189. [6] MASZKIEWICZ, Mariusz. “Ucrania: el post-colonialismo soviético versus la elección europea”. Cuadernos Manuel Giménez Abad, nº7-junio 2014. pp.188 [7] POLO, Higinio. “Ucrania: La quimera de Europa”. El Viejo Topo, 313, febrero 2014 pp. 18. [8] POLO, Higinio. “Ucrania: La quimera de Europa”. El Viejo Topo, 313, febrero 2014 pp. 19. [9] POLO, Higinio. “Ucrania: La quimera de Europa”. El Viejo Topo, 313, febrero 2014 pp. 17. [11] POLO, Higinio. “Ucrania: La quimera de Europa”. El Viejo Topo, 313, febrero 2014 pp. 18. [12] HUNTINGTON, Samuel P. “El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial” Paidós, 2004.pp.195. [13] POLO, Higinio. “Ucrania: La quimera de Europa”. El Viejo Topo, 313, febrero 2014 pp. 23. [14] NUÑEZ VILLAVERDE, Jesús A. “El enfrentamiento por Ucrania” Pagina Abierta, 232, septiembreoctubre 2014. [15] POLO, Higinio. “Ucrania: La quimera de Europa”. El Viejo Topo, 313, febrero 2014 pp. 18.
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