PUNTO CRÍTICO: PS A LA CABEZA DE LA CONTRARREVOLUCIÓN Los dos intentos de golpes de Estado habían fortalecido al COPCON, con Otelo Saraiva de Carvalho al frente, mientras que los militares de derechas más destacados fueron encarcelados y el gobierno de Vasco Gonçalves había nacionalizado los sectores claves de la economía. La situación evidenciaba la posibilidad de concluir una revolución socialista de forma pacífica, pues las nacionalizaciones eran el primer paso de una ruptura con el mundo capitalista, y el COPCON, el brazo armado de la revolución, se aliaba con el movimiento obrero en vez de reprimirlo. Por su parte, las fuerzas de la derecha estaban debilitadas por su relación con el golpismo, y no estaban en condiciones de responder al proceso revolucionario de forma contundente. Sus partidos eran igualmente débiles y carecían de autoridad para una respuesta política. Esto quedó en evidencia en las elecciones a la Asamblea Constituyente del 25 de abril de 1975, en las que, con una participación del 91,6%, la izquierda obtuvo el 56% de los votos (PS 37,87%, PCP 12,46%, MDP 4,14%, FSP 1,16% y MES 1,02%) y la derecha, el 34% (PPD 26,39% y CDS 7,61%)[1]. Con estos datos, la lógica conclusión sería pensar que la revolución habría triunfado y sus conquistas se habrían consolidado. Pero no fue así, y entonces nos debemos plantear la siguiente pregunta; si las fuerzas reaccionarias de la derecha estaban tan debilitadas como para enfrentarse a la revolución, ¿quién fue el responsable de descarrilar el proceso revolucionario que se encontraba en su auge? Tras el fracaso del golpe reaccionario de marzo, la esperanza de los elementos conservadores y reaccionarios para descarrilar la revolución estaba en la dirección socialdemócrata del PS dirigida por Mario Soares. Desde el comienzo de la Revolución, el PS se presentaba así mismo como defensor del socialismo, y contaba con un amplio apoyo social entre los trabajadores que creían que sus objetivos de alcanzar una transformación social eran compartidos por la dirección del PS. Sin embargo, en la práctica, los dirigentes socialdemócratas utilizaron su autoridad, como hemos visto anteriormente, para dividir y frenar la revolución. La dirección del PS, cada vez más separada de la izquierda revolucionaria, se acercaba cada vez más a los partidos de la derecha política. Con vistas a desprestigiar al PCP y a Vasco Gonçalves, el PS se valió de dos incidentes para parecer la víctima de una confabulación. En un contexto de enfrentamiento con el PCP por el control de la comunicación social, se produjo la ocupación del periódico la República por parte de sus trabajadores, el 19 de mayo de 1975. Cuando los tipógrafos y administradores se opusieron a la línea editorial de este periódico, propiedad del PS, agrió las diferencias entre socialistas y la mayoría del MFA que permitió que se siguiese publicando bajo la dirección de un coronel. Los socialistas lo expusieron como un intento de silenciar su voz pues se estaba impidiendo que el partido de izquierdas más votado tuviese su propio órgano de expresión[2]. Otro incidente de importancia fue el mitin final en la manifestación del 1º de Mayo de 1975, en el que el PS exigió a la extrema-izquierda, aliada del PCP, que no encabezasen la manifestación. La Intersindical se mostró en desacuerdo y los socialistas se colocaron al final. Cuando llegaron al estadio donde se iba a celebrar el mitin final, no dejaron hablar al líder del PS, Mario Soares, mientras que sí hablaron Cunhal y Gonçálves. Así el PS, en el papel de víctima, se manifestó al día siguiente en las calles de Lisboa denunciando el control comunista de la Intersindical[3]. Días después, en medio de esa confluencia del PS con la derecha, el 26 de mayo, la Asamblea del MFA discutió el documento «Poder Popular-Documento Guía del Proyecto Alianza Pueblo/MFA» en el que se planteaba la supremacía militar sobre los partidos políticos, lo cual representaba la anulación del resultado electoral, organizando la sociedad a través de delegados de los cuarteles, de las empresas de los barrios y de los municipios. Estos a su vez debían elegir a la Asamblea Nacional Popular. Era una alternativa al principio de representación parlamentaria burguesa. Todas las fuerzas democráticas, especialmente el PS, respondieron violentamente a esta decisión. Finalmente, la Asamblea Constituyente fue inaugurada el 2 de junio por el presidente Costa Gomes. Las intenciones de lograr una revolución por vía electoral se manifestaron el 21 de junio con el Plan de Acción Política (PAP), un intento de aglutinar al MFA, al PCP y las fuerzas de extrema-izquierda y al PS y el resto de partidos democráticos. El texto señalaba que el MFA era «el movimiento de liberación de Portugal, encargado de realizar un proceso de descolonización interna (…) en lucha por la independencia nacional, recurso intensivo a la colaboración popular y el socialismo como meta final»[4]. Era un texto ambiguo que intentaba contentar a todas las fuerzas, reconociendo el poder popular para los izquierdistas, las elecciones y el pluralismo para socialistas y demás partidos, y la hegemonía del MFA y la primacía de la revolución para los comunistas. El PAP debía ser ratificado por la Asamblea del MFA, reunida el 7 de julio, pero para restarle fuerza, se aprobó junto con el texto de la Alianza Pueblo-MFA, verificando la alianza entre el sector «gonçalvista» y «otelista» frente a la contestación del sector moderado del MFA que creía que el socialismo se conseguiría con el pluralismo político y con una oposición legal[5]. La respuesta del PS a esta situación fue abandonar el IV Gobierno Provisional, el 10 de julio, con la excusa del suceso de la República, seguido por el PPD (Partido Popular Demócrata) el día 16 de julio. El día 19, los socialistas organización una manifestación con representación de todas las fuerzas anticomunistas dirigidas por Mario Soares exigiendo la dimisión de Vasco Gonçalves. A partir de ahí, la ofensiva de la socialdemocracia contra la izquierda se intensificó. Para justificar su salida del gobierno, el PS publica un documento: Vencer la crisis, salvar la revolución, donde defiende la formación de un gobierno de salvación nacional, que debería tener como objetivo inmediato la creación en el país de «un clima de confianza, trabajo y disciplina». Dicho gobierno debería «reafirmar el principio de que las Comisiones de Vecinos y de Trabajadores son las formas de poder popular, [pero] es necesario que no pretenda convertirse en un poder paralelo al poder estatal»52. La salida de socialistas y popular-demócratas del ejecutivo obligó a la formación del V Gobierno Provisional el 8 de agosto encabezado de nuevo por Vasco Gonçalves pero solo apoyado por el PCP. En este contexto de extrema tensión, el día anterior a la formación del V Gobierno, fue publicado un documento redactado por Melo Antunes y firmado por nueve miembros del Consejo de la Revolución (el Documento de Los Nueve) en el que lanza una fuerte crítica al comunismo político-militar. El texto critica la «progresiva descomposición de las estructuras del Estado», denuncia el «anarquismo y el populismo», rechazando «el modelo de sociedad socialista de tipo europeo-oriental» así como el «modelo de sociedad socialdemócrata de Europa Occidental» a favor de la construcción «de un proyecto de izquierdas (…) que se realice gradualmente»[6]. Este modelo de socialismo debía ser inseparable «de la democracia política» que debía ser construida sobre la base del «pluralismo político»[7]. El «Grupo de los Nueve» y su programa representaban una ruptura abierta dentro del MFA (resultado del elevado estado de politización) y representaba un frente unido entre el PS y la derecha en el ámbito militar. A esto hay que añadir que el nuevo gobierno fue contestado por los anticomunistas del norte del Tajo, donde, con apoyo de la Iglesia, los socialistas y las fuerzas de la derecha destruyeron las sedes del PCP y sus aliados a lo largo de lo que se conoció como el «verano caliente» de 1975. El aislamiento y agresión a los comunistas hizo buscar a los militares «gonçalvistas» una alianza con el COPCON. Por eso apoyaron un nuevo documento político elaborado por los seguidores de Otelo: Autocrítica Revolucionaria del COPCON y propuesta de trabajo para un programa político que debía servir de respuesta al documento de «Los Nueve ». El texto del COPCON defendía una alternativa de izquierdas al mismo tiempo que lanzaba una crítica a: «La ineficacia de cuatro Gobiernos Provisionales es resultado tanto del dirigismo que el PCP trató de imponer, infiltrándose en el aparato estatal y los medios de comunicación, como el PS, el PPD y el MDP/CDE. Del PS (…) no se puede esperar más de un intento para detener e invertir la marcha del proceso revolucionario con el fin de asegurar los privilegios de la alta burguesía y la explotación desenfrenada de los trabajadores»[8]. El documento de «Los Nueve» y el del COPCON eran una prueba de que la politización y la radicalización de los soldados habían llegado a un nivel sin precedentes. Aunque tras el fracaso golpista del 11 de marzo, la izquierda militar quedó en mayoría en la Asamblea del MFA y en el Consejo de la Revolución, la duración del proceso revolucionario sin que se culminase, mientras el país sufría una profunda crisis económica y una inestabilidad social y política, consecuencia de la revolución, un sector creciente entre los oficiales giraba a la derecha, mientras que la base del ejército se radicalizaba hacia la izquierda. La alianza militar fue acompañada de una alianza política impulsada por el PCP, el 25 de agosto resultando de ella el Frente de Unidad Revolucionaria (FUR). Aunque la posición del PCP fue de apoyo a Vasco Gonçalves, la dirección del partido puso el énfasis en la necesidad de un acercamiento entre la izquierda militar y la fracción liderada por «Los Nueve». A finales de agosto, el PCP hace un llamamiento público al entendimiento entre los dos sectores fundamentales en que se había divido el MFA. Pero la tensión entre «Los Nueve» y la izquierda militar gonçalvista reflejaba una profunda y creciente polarización en el seno de MFA, reflejo de la que sufría la sociedad. Resultado de la polarización en el MFA, fue la dimisión de Vasco Gonçalves el 30 de agosto. A pesar de la alianza militar y política de las fuerzas revolucionarias, el sector moderado se hizo con el poder y formó el VI Gobierno Provisional el 19 de septiembre[9]. La razón reside en que los moderados habían organizado asambleas militares los días 2, 3 y 5 de septiembre, que designaron a los representantes moderados para que dirigiesen la Fuerza Aérea y el Ejército. A partir de la asamblea del 5 de septiembre, la más importante de las tres, la izquierda militar es desbancada y las posiciones defendidas por «Los Nueve» se vuelven mayoritarias entre los oficiales del MFA. Sin mayoría en los órganos de dirección militar, la izquierda militar perdió el poder político. El VI Gobierno acabó siendo encabezado por el almirante Piheiro de Azevedo, partidario del sistema electoral frente a la revolución, y dominado por el PS y la derecha. Su toma de posesión, el 19 de septiembre, abre un período extraordinariamente turbulento y una nueva oleada huelguística de los trabajadores57. Entre los sectores más avanzados de la clase obrera, la juventud y la base del ejército, había una clara sensación de que la revolución estaba en peligro. Frente a la recomposición de la derecha en el mando militar, entre los soldados se origina y empieza a desarrollarse la organización semiclandestina Soldados Unidos Vencerán (SUV), que organiza grandes manifestaciones en Oporto, Lisboa y Coímbra, en la que soldados armados y trabajadores desfilan juntos. Las manifestaciones y los conflictos se suceden. En la segunda mitad de septiembre, los militares heridos en la guerra colonial organizaron una masiva protesta contra el gobierno, exigiendo el reconocimiento de su situación y apoyo económico. El 12 de noviembre, 50.000 trabajadores de la construcción organizan una multitudinaria manifestación en Lisboa para exigir al gobierno el reconocimiento de un convenio colectivo digno. La actitud despectiva del primer ministro y del ministro de Trabajo radicaliza la protesta. Las organizaciones de izquierda civil, encabezadas por el PCP colapsaban la vida laboral reivindicando una transformación política que conduce en la huelga del 13 de noviembre que acabó derivando en un cerco a la sede del Gobierno (el palacio de São Bento) durante 36 horas. Los trabajadores solo levantaron el asedio cuando Pinheiro de Azevedo aceptó un incremento salarial del 44%[10]. EL TRIUNFO DE LA REACCIÓN Y EL FINAL DE LA REVOLUCIÓN Desde el primer momento, el gobierno de Pinheiro de Azevedo organiza continuas provocaciones contra la izquierda, materializadas el 25 de septiembre con la creación, en contraposición al COPCON, del Agrupamiento Militar de Intervención (AMI). Al día siguiente, retira al COPCON «los poderes de intervención para el restablecimiento del orden público». El 7 de noviembre, tras un intento fallido de impedir las emisiones de Radio Renasçensa, propiedad de la Iglesia pero ocupada por sus trabajadores y utilizada por la izquierda, el AMI la bombardea[11]. En el ámbito rural, en la región central de Rio Maior, la derecha, a través de su organización afín, la Confederación de Agricultores Portugueses, organiza actos violentos contra las cooperativas agrícolas. Entre tanto, los paracaidistas empiezan una rebelión pro-izquierdista en la base de Tancos por haber sido utilizados por el gobierno para bombardear Radio Renançensa. El 8 de noviembre, se presenta un general en la asamblea de los paracaidistas para justificar el bombardeo, que es respondido con el abandono de los soldados, que lo acusaban de estar del lado de la burguesía, y que habían «sido engañados por la reacción»60. A continuación ciento veintitrés oficiales afines al gobierno, abandonan el cuartel, que queda en manos de oficiales de izquierdas. Fue una operación organizada por «Los Nueve» para justificar la represalia del gobierno que pasó a la reserva a mil de ellos, lo que equivalía a la disolución de la unidad posicionada con la revolución. El 10 de noviembre, reunidos en asamblea, los soldados de Tancos condenan el bombardeo de Radio Renascença. Al día siguiente piden apoyo a Otelo Saraiva de Carvalho poniéndose a su disposición, lo cual es respondido por Otelo con un apoyo público a los paracaidistas, aunque no hizo un compromiso de dirección revolucionaria[12]. Nunca como en aquellas semanas de noviembre se habló tan abiertamente de guerra civil. Los oficiales más importantes de la derecha y de «Los Nueve» se plantean seriamente organizar una movilización armada en el norte del país e iniciar, quizás con el apoyo de Franco, el asedio a la «Comuna de Lisboa». No obstante, a pesar de la situación ventajosa contra la revolución, no parece que las fuerzas de la derecha pudieran vencer en una confrontación militar abierta62. Por ese motivo, el objetivo pasó a ser Otelo, jefe del COPCON y de la Región Militar de Lisboa. El punto fuerte de la COPCON también era su punto débil pues si bien Otelo contaba con enorme prestigio dentro y fuera de los cuarteles, sufría contradicciones internas, dividido entre su lealtad y amistad personal con los moderados, y sus convicciones revolucionarias[13]. El plan de los contrarrevolucionarios, puesto en marcha el 15 y 16 de noviembre, fue sustituir a Otelo en la dirección de la Región Militar de Lisboa y sustituirlo por Vasco Lourenço, uno de los líderes de «Los Nueve»; después sería apartado del COPCON para posteriormente disolverlo, y con ello, eliminar el brazo armado de la revolución[14]. Pero antes, y para dar una cobertura política a las destituciones, Azevedo, con la aprobación de Marios Soares, declaró el 19 de noviembre al gobierno en «huelga» bajo el pretexto de la inseguridad social y anarquía por la continuas huelgas y los sucesos del 13 de noviembre. Tras declararse el gobierno en «huelga» ante la prensa, en una reunión del Consejo de la Revolución celebrada del 20 de noviembre, Otelo es sustituido en la dirección de la Región Militar de Lisboa. Otelo protesta, pero finalmente acepta. Vasco Lourenço ocupa el puesto de Otelo que había puesto como condición para sustituirle que Otelo aceptase la dimisión, consciente de las dificultades que se presentarían si Otelo se hubiese resistido[15]. Cuando Otelo informa a los mandos del COPCON, estos se oponen a aceptarlo y obligan a Otelo a pedir una nueva reunión del Consejo. Otelo da marcha atrás y el lunes 24 de noviembre, el Consejo de la Revolución vuelve a reunirse y de nuevo aprueba la destitución de Otelo. En la madrugada del 24 al 25, los paracaidistas de Tancos ocupan varias bases aéreas, en una acción de oposición contra el gobierno y la derecha militar. La resolución de los paracaidistas tenía como causa las decisiones reaccionarias del gobierno de disolver el cuerpo de paracaidistas y el de destituir al líder más representativo de la revolución. Por otra parte, el objetivo era presionar a Otelo para que tomase partido a favor de la izquierda y que la liderase. Sin embargo, la rebelión de los paracaidistas de Tancos no fue coordinada con otras unidades militares izquierdista, ni con el movimiento obrero. Por otro lado, «gonçalvistas», el PCP y sus aliados fueron convencidos «in extremis» por Costa Gomes de no participar a cambio de no excluir a los comunistas de la vida política, abandonando a los paracaidistas a su suerte[16]. La derecha militar, que ante el resultado desastroso de los paracaidistas, vieron que ni la izquierda política ni la militar iban a oponerse seriamente, aprovechó para destituir a todos los mandos militares más identificados con la izquierda. Posteriormente se produce una profunda remodelación del ejército, que incluso aparta a muchos militares afines a «Los Nueve» que habían sido muy útiles para los planes de la derecha67. La derrota de la rebelión de Tancos y el descabezamiento de la izquierda militar marcan también un punto de inflexión en el movimiento obrero, que, tras meses de intensa participación en la vida política, de organización y de lucha, entra en un periodo de reflujo. Las comisiones de vecinos, de barrio, de fábricas… desaparecieron. El 25 de noviembre simboliza el fin de la Revolución de los Claveles. La aprobación de la Ley de Bases Fundamentales del 28 de noviembre, suponía el final del MFA como organización autónoma dentro de las Fuerzas Armadas. [1] J. Sánchez Cervelló, La revolución portuguesa… Op. cit., p. 200. [2] Ibíd., p. 203. [3] J. Sánchez Cervelló, La Revolución de los Claveles… Op. cit., p. 55. [4] J. Sánchez Cervelló, La revolución portuguesa… Op. cit., p. 204. [5] J. Sánchez Cervelló, La Revolución de los Claveles… Op. cit., p. 56. 52 J. Rosich, Op. cit., p. 41. [6] M. Leguineche, Op. cit., pp. 338-339. [7] Ibíd., p. 340. [8] http://app.parlamento.pt/LivrosOnLine/Vozes_Constituinte/med01130351j.html [Consultado el 05/04/2017]. [9] J. Sánchez Cervelló, La Revolución de los Claveles… Op. cit., p. 58. 57 Ibíd., p. 43. [10] Ibíd., p. 58. [11] J. Sánchez Cervelló, La revolución portuguesa… Op. cit., p. 223. 60 M. Leguineche, Op. cit., p. 284. [12] J. Sánchez Cervelló, La revolución portuguesa… Op. cit., p. 224. 62 J. Rosich, Op. cit., p. 45. [13] J. Sánchez Cervelló, La Revolución de los Claveles… Op. cit., p. 59. [14] Este plan se pondría en marcha a través del Consejo de la Revolución, como forma de ofrecer mayor legalidad a esta decisión de cara a la izquierda, controlado por militares de derechas desde principios de septiembre. [15] M. Leguineche, Op. cit., pp. 285-286. [16] J. Sánchez Cervelló, La Revolución de los Claveles… Op. cit., p. 59. 67 J. Rosich, Op. cit., p. 47.
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